KEN EL CHACAL

 

IX – Mac

 

 

-            ¿El Chacal?  ¿En Boca Caliente?  Tú estás mal de la cabeza, Mac.

Mac sonríe.

-            Por supuesto. ¿Ahora te das cuenta?

Dave no puede creer lo que le dice su amigo, no consigue convencerse de que Mac esté hablando en serio.

-            Mac, Boca Caliente es el agujero del culo del mundo. Si vas allí te arriesgas a que te liquiden apenas bajes del caballo, puede que incluso antes. Y por si fuera poco quieres ir para cazar a ese hijo de puta del Chacal, que ya ha dejado secos a dos sheriffs y al menos a cinco o seis cazadores de recompensas. Entre ellos Big Dan y el Holandés, que no eran precisamente un par de novatos. Coño, Mac, dime que estás de cachondeo.

Mac continúa fumando su cigarro tranquilamente. Sabe muy bien cómo es Boca Caliente y sabe muy bien que la posibilidad de liquidar al Chacal en su guarida es totalmente nula.

-            No, no estoy de cachondeo. Salgo dentro de poco, Dave.

Dave insiste:

-            Te llenará de plomo y te la meterá por el culo, como ha hecho con todos los que ha matado ya.

Mac asiente, sonriendo. Dave no tiene ni idea de que Mac busca exactamente eso. No le queda mucho, lo sabe muy bien. Desde que ha comenzado a mear sangre, como su hermano hace tres años, sabe que está condenado. Pero no quiere cascar en una cama. Quiere cascar como siempre ha vivido. Y si el Chacal se la mete por el culo, ¿por qué no?  A Mac no le importaría, aunque normalmente es él quien se la mete por el culo a los otros.

-            ¡Coño, Mac!  ¿Pero no te das cuenta?

Mac da una calada profunda al cigarro, después suelta el humo.

-            Es hora de que me vaya, Dave.

Dave se le acerca. Le aprieta con un dedo en la barriga.

-            ¿De verdad quieres que te metan una bala aquí?  ¿Y otra tal vez en la polla?  Sabes que al sheriff de Santa Teresa el Chacal le reventó la polla y los cojones a balazos.

A Mac se le está poniendo dura. Si con sus palabras Dave quiere hacerle cambiar de opinión, está obteniendo justo el efecto contrario.

-            Déjalo ya, Dave. Pasará lo que tenga que pasar. ¿Qué me dices si ahora …?

Mac mira a su alrededor. No hay nadie, aparte de ellos, en el establo.

-            ¿Qué te parece si nos divertimos un poco? …

La mano de Mac, descendiendo por el culo de Dave, aclara el sentido de su propuesta. Dave sonríe.

-            Está bien. Así disfruto por última vez de tu polla, antes de que el Chacal te la reviente a balazos.

Se colocan al fondo del establo, en un ángulo oscuro. Hay un montón de paja, al lado de un magnífico semental negro, que está meando. Se quitan las camisas, después Mac afloja el cinturón de Dave y le baja los pantalones. Dave hace lo propio con Mac. Terminan de desnudarse y permanecen desnudos, uno frente al otro, los dos con las pollas ya empalmadas. Dave se arrodilla ante Mac y se mete su polla en la boca. Se pone a chupar y mamar, con fuerza, como si tuviera hambre atrasada, después se tumba de espaldas sobre la paja, mirando a Mac.

 Mac le agarra las piernas a Dave, las levanta y las apoya en sus hombros. Se escupe en la mano, humedece bien el agujero del culo de Dave, le va metiendo un dedo, poco a poco, arrancándole un gemido. Le gusta el culo de Dave: musculoso, un poco peludo. Mac coloca la cabeza de su polla contra el agujero y, lentamente, va presionando sin detenerse hasta que la verga desaparece completamente y los cojones golpean contra el culo abierto de Dave.

 Dave gime. Mac comienza a follar. Folla a su amigo sin prisa, durante largo tiempo. Dave piensa que nadie folla como Mac. ¿Pero por qué coño este cabrón quiere ir a que lo maten en Boca Caliente? …

 Mac siente crecer el placer, hasta que explota, mientras va llenando de calostro el culo de su amigo. Sabe que es su última follada, sabe también que es muy posible que pronto sea el Chacal quien se lo folle a él.

 Mac se levanta. Dave se levanta también. Tiene la polla dura, pero no se ha corrido. Se mete de nuevo en la boca la polla de Mac y comienza a chupársela mientras con la mano derecha se menea con fuerza la suya.

-            ¡Tranquilo, tío!  Suave, suave …

Ahora que acaba de correrse, la sensación de la lengua de Dave deslizándose por su polla es casi dolorosa. Dave se corre rápidamente y entonces suelta la verga de Mac.

 Se levanta y se visten los dos.

-            ¡Joder, Mac!  Pienso que dentro de unos días esta polla tan hermosa se la estarán comiendo los gusanos y … ¡qué desperdicio!

Mac ríe.

-            ¡Serás cabrón!  Igual le digo al Chacal que me la corte y te la mande, ya que tanto te gusta …

Luego coge su caballo y lo saca del establo, frente al saloon. Carga sus cosas y se despide de Dave.

 Dave lo mira alejarse. Sabe muy bien que su amigo va hacia la muerte.

 

 

 Mac cabalga durante cinco días. Mañana por la tarde llegará a Boca Caliente, si no sucede nada en el camino. Mañana por la tarde podría estar muerto. Y la polla se le pone dura otra vez. Dave tiene razón: está mal de la cabeza. Va al encuentro de su asesino como si fuera un amante fogoso.

 Mac se detiene al pie de la Montaña del Diablo. Un buen lugar para acampar. Cuando oscurece y la temperatura baja precipitadamente, como siempre sucede en el desierto, Mac arranca unos arbustos, enciende una pequeña hoguera y se prepara la cena. Después se envuelve en una manta y se tiende en el suelo para dormir.

 Pero el sueño no viene. Mac mira las estrellas, mientras el fuego se apaga lentamente. Podría ser su última noche. No consigue dormirse, a pesar del cansancio de la jornada.

 Sólo mucho después de que el fuego se haya apagado, el sueño viene.

 

 

 Mac se despierta tarde: las rocas lo han resguardado de los rayos directos del sol. Ningún problema. Aunque llegue más tarde, no cambiará nada. Su asesino lo está esperando.

 Mac bebe, y a continuación se pone en marcha.

 Llega a Boca Caliente cuando se está poniendo el sol. Mira la ciudad desde las colinas. Desde este lugar se ven bien las casas de madera y los barracones que forman la parte más reciente de la ciudad, con pocos edificios más grandes, quizás el saloon. Más atrás, al otro lado del lecho seco del río, se pueden divisar las ruinas de la antigua ciudad española, con los grandes edificios de piedra que el tiempo ha ido demoliendo, después de que la prolongada sequía obligara a sus propietarios a abandonarlos. Hubo un tiempo en que Boca Caliente fue un lugar importante, ahora es sólo una cueva de bandidos, asesinos, putas y rufianes. No hay ninguna autoridad, tal vez no haya ni siquiera un cura para enterrar a los muertos. Pero para cascar, Mac no tiene necesidad de ningún cura.

 Un agujero en el culo del mundo, Dave tiene razón. El lugar apropiado para morir.

 ¿Y si el Chacal está en Boca Caliente …?

 

 

 Mac desciende flanqueando la ladera de una de las colinas que rodean la ciudad. Hay muchos buitres dando vueltas ahí arriba: aquí la carne nunca escasea. Mac piensa que pronto, muy pronto, tal vez esta misma noche, su cuerpo puede ser también comida para los buitres. No es un fin tan repulsivo como puede parecer: entre dejar que te coman los gusanos o que te devoren los buitres, ¿hay tanta diferencia? …

 Hay más de un saloon en la ciudad. Mac se detiene frente a uno de ellos. Pregunta si hay una habitación disponible. Hay una. La coge. Después dice, como si fuese algo sin importancia, que busca a Ken, al que llaman el Chacal. El propietario del saloon naturalmente no sabe dónde está. Pero Mac está seguro de que el Chacal, si está en la ciudad, sabrá esta misma noche que un tipo ha preguntado por él, y entonces vendrá a buscarlo. De golpe Mac siente la garganta seca, pero la polla se le vuelve a poner dura.

 Lleva al caballo al establo y prepara la paja para que cene esta noche. Probablemente no vuelva a verlo más. El propietario del saloon se lo venderá a alguno. Mac acaricia el hocico del animal, después entra en el saloon. Pide un whisky y se sienta a una mesa libre. En una esquina cuatro tipos juegan al póker.

 Mac bebe y mira a su alrededor. Ninguno de aquellos hombres corresponde a la descripción del Chacal. No debería ser difícil reconocerlo: es un tipo muy alto, un coloso.

 Mac se concentra en los jugadores. No tarda mucho tiempo en darse cuenta de que uno de los hombres de la mesa está perdiendo una gran cantidad de dinero: los otros lo están desplumando. Mac se enciende un cigarro y fuma tranquilamente, sin perder de vista a los tipos de la mesa de al lado: quiere ver cómo termina esto.

En cierto momento, cuando uno de los jugadores extiende el brazo para coger el dinero que acaba de ganar, el tipo que va perdiendo se pone en pie de un salto y agarra el brazo del ganador. De la manga de la camisa se le deslizan dos cartas. ¡Joder!  Esto se pone feo.

 Otro de los jugadores, evidentemente un cómplice, echa mano a la pistola, pero el tipo al que estaban desplumando es mucho más rápido: ya ha sacado su pistola y disparado, atravesándole al otro el corazón. El tramposo intenta también sacar el arma, pero tiene el mismo fin. En un instante hay dos cadáveres en el suelo: este tipo tiene una  puntería excelente.

 Mac piensa que podría levantarse y echar también mano a su pistola, de esta forma obtendría lo que desea, pero se le ha metido en la cabeza que sea el Chacal, y no otro, quien lo liquide. Si está en Boca Caliente, probablemente sepa ya que Mac lo busca: dicen que es uña y carne con el Diablo Loco, que en estos lugares hace y deshace a su antojo.

 Y si no pudiese ser el Chacal, no faltarán ocasiones, aquí en Boca Caliente. Nada de que preocuparse.

 El tipo tiene una pistola preparada y nadie en el saloon parece tener la intención de intervenir, para terminar haciendo compañía a los dos cadáveres. El hombre recupera su dinero y después sale, manteniendo en todo momento a tiro de revólver a los parroquianos.

 Mac continúa fumando su cigarro, tranquilamente, mientras en el saloon al silencio le sucede una gran confusión. Por los dos tipos no hay nada que hacer, salvo buscar un enterrador. En Boca Caliente no hay un alcalde, ni un juez, ni cargo alguno semejante. Por eso a los amigos de los dos muertos no les queda otra que cargarse los cadáveres a las espaldas y llevarlos a la sepultura. El enterrador de Boca Caliente debe tener mucho trabajo, aunque sean muchos los cadáveres que se dejan para los buitres.

 Mac vuelve a la fonda. Pide agua para lavarse: después de seis días de camino, apesta como un cerdo. Paga la cantidad que le pide el propietario. El muchacho le llevará el barreño y el agua a la habitación.

 Mac entra en la habitación. Piensa que tal vez ahora, mientras él está tendido en la cama, el propietario está mandando al muchacho para que le diga al Chacal dónde está el hombre que lo busca. Si es así, el Chacal vendrá enseguida a su habitación, para llenarlo de plomo. ¿Le dará por el culo también?  A Mac no le parece mal. Lo importante es que lo mate. Mac tiene la polla dura. Se quita la camisa. Se pasa la mano por el pecho velludo, acaricia la piel sudorosa, aprieta sobre el corazón. El Chacal podría meterle una bala aquí, un único disparo. La mano desciende al ombligo: o tal vez el proyectil podría entrar por aquí y entonces vendrían más, el juego duraría más tiempo, el dolor sería atroz. ¿Qué elegiría él, si tuviese alguna posibilidad de elegir?  Mac no sabría decirlo. Dicen que al Chacal le gusta matar lentamente, haciendo sufrir a sus víctimas. También esto aumenta su tensión. La verga de Mac es ahora una piedra incandescente. Se sienta en la cama y comienza a quitarse las botas, luego el cinturón, que deja sobre la mesa, y los pantalones. Ahora está desnudo y se acaricia la polla, lentamente. ¿Se la agujereará, el Chacal? Se estruja un poco los cojones entre las manos: el Chacal podría reventárselos.

 Llaman a la puerta. ¿El muchacho o el Chacal?  El muchacho. No parece probable que el Chacal se moleste en llamar a la puerta.

-            Entra.

Sí, es el muchacho, que arrastra el barreño. Mira a Mac, que permanece con la mano en torno a su polla. El muchacho no se mueve. Mac no se cubre. El muchacho lo mira y, después de un instante de silencio, dice:

-            Traigo enseguida los cubos de agua.

Mac asiente, sin decir nada. El muchacho permanece inmóvil por un instante. Tal vez espera una invitación, un guiño, un ofrecimiento. Pero a Mac no le interesa.

 El muchacho sale, luego regresa trayendo los cubos de agua. Los vacía en el barreño. Controla la temperatura. Deja un cubo de agua caliente, por si Mac quiere echarla después. Entonces se va con los cubos vacíos. Como tiene las manos ocupadas, entorna la puerta con el pie, pero no la cierra completamente. Podría ser una casualidad, pero Mac sabe que no es así.

 Mac no cierra la puerta: el hombre que espera puede entrar cuando quiera. Entra en el barreño y comienza a lavarse. Tiene la polla dura en todo momento. Mac se lava con cuidado, sus dedos nuevamente acarician la verga, después se deslizan bajo el culo, entre las nalgas, cosquillean un poco el agujero, vuelven a estrujar los cojones. Es un placer permanecer en el agua caliente. Es un placer igualmente pensar que dentro de poco comenzará su último baile.

 Mac cierra los ojos, saboreando el momento.

 En ese momento la puerta se abre. Mac no siente ningún ruido, pero advierte una presencia. Abre los ojos. El Chacal está en la puerta, una pistola en la mano. El juego está a punto de concluir.

 Mac lo mira fijamente y, poco a poco, se va levantando. El agua se desliza como un manantial a lo largo del cuerpo peludo, descendiendo hasta el barreño.

 El Chacal mira la verga de Mac, gruesa, dura, empalmada. Sonríe.

 Mac piensa que este momento es perfecto, querría que durase una eternidad. Está a punto de obtener lo que tanto desea. Caliente, empalmado, ante su asesino.

-            Sé que me buscas, amigo.

Mac sonríe.

-            Pero eres tú el que me ha encontrado.

Mac se acaricia la verga. Sonríe y prosigue:

-            Estoy preparado, amigo.

El Chacal lo observa. Tal vez ha comprendido que Mac ha venido para que él lo mate, tal vez no, pero en cualquier caso le importa un carajo. Mac puede ver que también al Chacal la polla se le está poniendo dura. Le gusta matar. Perfecto, para Mac.

 La mano de Mac desciende a los gruesos cojones peludos, los estruja un poco.

 El Chacal pregunta:

-            ¿Qué coño quieres de mí?

Mac sonríe:

-            Proponerte una partida de póker.

-            Creo que ya has perdido.

-            Ya lo he comprendido.

Hay un momento de silencio, que los dos saborean.

El disparo suena, ensordecedor, al tiempo que un dolor lacerante se enciende en el vientre de Mac, cerca de la verga endurecida. Una mueca de sufrimiento le deforma la cara. Gruñe.

-            ¡Mierda!

Pero la verga no se desinfla. La tensión es violentísima, a pesar de la sangre que mana de la herida, descendiendo hacia el barreño. Sólo el sonido de la sangre que fluye rompe el silencio que sigue a la detonación y a la exclamación de Mac.

 El Chacal lo mira, sonriente. Mac querría escupirle a la cara, aunque sabe que el Chacal está haciendo exactamente lo que él deseaba.

 Mac permanece de pie, en el barreño en el que el agua está cambiando de color.

 La segunda detonación casi lo hace caer. El proyectil lo golpea más bajo: agujerea la base de la polla y le desgarra el vientre, arrancándole otro gruñido.

 Mac repite:

-            ¡Mierda!

Se tambalea, pero aún permanece en pie y la verga no se le afloja. Se lleva las manos a las heridas, luego las quita. Mira la sangre que cubre su cuerpo, el fluir ininterrumpido del riachuelo que desciende hacia el barreño. Repite:

-            ¡Mierda!

El tercer proyectil le entra por el ombligo. Mac se siente empujado hacia la derecha, pierde el equilibrio y cae como un edificio que se desploma, volcando el barreño. El agua se derrama sobre el pavimento de la habitación. Mac sacude la cabeza. El golpe lo deja atontado.

 Cuando vuelve a abrir los ojos, el Chacal está a su lado. Se ha desabrochado los pantalones y se ha sacado una verga de caballo, preparada para la acción. Mac mira la gruesa cabeza violácea, que se levanta en lo alto del asta tiesa. Dentro de poco, va a hacerle los honores. Con una patada decidida Ken vuelca a Mac sobre la barriga, haciéndolo gemir de nuevo.

-            ¡Mierda!

Mac está ahora tendido sobre el pavimento encharcado de agua y sangre. La sangre sigue saliendo de las heridas. Mac mira la madera empapada, las patas de la cama. Espera.

 El Chacal está encima de él, Mac siente su peso, que lo aplasta contra el suelo. Ken le aprieta la cabeza con una mano, mientras le ensarta la verga en el culo, desgarrándole el agujero. Mac se estremece. El Chacal empuja a fondo y Mac siente cómo las vísceras se le van desgarrando. Sí, no eran exageraciones, todo lo que había oído sobre el Chacal y su verga. Mac aprieta los dientes: el dolor en el vientre es atroz, el que siente en el culo es violento, pero está bien así. Una buena manera de terminar.

 El Chacal empuja con fuerza, durante largo tiempo: tiene una energía casi sobrehumana. Tal vez, sin tres balazos en la barriga, Mac lo apreciaría aún mejor, aunque en todo caso siente cómo si tuviera el culo en llamas. Lo que nunca se va es el dolor, que se renueva a cada embestida.

 Finalmente el Chacal acelera el ritmo. Mac siente el dolor en el culo extenderse aún más por su cuerpo, mientras el calostro se desborda en sus vísceras, llenándolas.

 El Chacal extrae la verga del culo de Mac y se levanta.

 Mac mira a su asesino, que se está despojando de la camisa. No entiende qué pretende hacer ahora. Los pantalones están bañados en el agua y la sangre que cubren el pavimento.

-            Ahora voy a hacerte probar algo nuevo.

El Chacal se arrodilla junto a él, un poco a la derecha. Mac siente una presión contra el agujero del culo. ¿Qué coño está haciendo?  ¿Con la mano?!

 Los dedos van dilatando la apertura. A Mac se le escapa un gemido. La mano se impulsa hacia delante, forzando y desgarrando. Mac gime de nuevo. Grita:

-            ¡Mierda!  ¡Mierda!

La mano entra completamente. Mac gruñe. La mano parece aumentar de volumen. Mac gruñe de nuevo, murmura:

-            ¡Mierda!

Y luego el movimiento brusco que dilata bastante más allá de sus límites el agujero del culo, arrancando a Mac un grito de dolor. La vista se le nubla. Por un instante la habitación oscila y el mundo parece desvanecerse. Sólo permanece el violento dolor en el culo, del que sale la sangre.

-            ¿Te ha gustado el puño?  ¿O prefieres la verga?

El Chacal ríe. Le pasa la mano, manchada de sangre, por la cara. Entonces se levanta.

 Por un momento no sucede nada. Mac no sabe qué está haciendo el Chacal.

 En un instante una nueva patada violenta vuelca a Mac sobre su espalda. El Chacal lo mira, sonriendo. Está encima de él, a cuatro patas, un pie a la derecha y otro a la izquierda.

-            Espero que te haya gustado, porque ha sido la última vez.

Mac sonríe. La verga del Chacal está manchada de sangre. Es verdaderamente magnífica, larga, voluminosa. No tiene sangre en la mano: el Chacal debe habérsela lavado.

 El Chacal sonríe. Luego comienza a mear en la cara de Mac. Mac no vuelve la cara, deja que el chorro le dé de lleno.

 El Chacal deja de mear. Se mete la verga en los pantalones, quitándola de la vista de Mac. Entonces coge la pistola. Mac lo mira. Vé que le apunta a la polla. Se tensa.

 El disparo que le atraviesa la polla le arranca un grito de puro dolor. Los dos que siguen, a los cojones, lo hacen de nuevo gritar. Entonces Mac murmura, por última vez:

-            Mierda.

El Chacal ríe y apunta al corazón. Mac lo mira. En un instante todo acabará. A pesar del sufrimiento atroz, volvería a hacer todo lo que ha hecho. Un buen modo de acabar.

 El dolor que explota en su corazón es un instante, luego todo se apaga.

 

 Ken mira el cadáver. Le ha gustado joder y matar a este hijo de puta. Ahora tiene que hacer desaparecer el cuerpo: es asunto suyo. Peter, el propietario del saloon, lo ha avisado, como hace siempre que preguntan por él, pero si Ken deja seco a alguno, le toca a él desembarazarse del cadáver. Bastante tiene Peter con hacer que limpien la habitación.

 Ken agarra al tipo por los pies y lo arrastra hasta la ventana. Levantarlo y hacerlo caer en el corral, es trabajo muy diferente: el tipo no es precisamente un peso ligero. Pero Ken es fuerte y, gruñendo y maldiciendo, hace lo que debe hacer. En todo caso esto es más cómodo que arrastrarlo a lo largo del pasillo y después escaleras abajo. Ken sale de la habitación. No hay ni un perro en la calle: en Boca Caliente, cuando se oyen disparos, cada uno se queda quietecito donde tiene que estar, ocupándose de sus propios asuntos. No hay curiosos: los curiosos viven poco tiempo. Ken baja por las escaleras. En el saloon, ya vacío, está Peter: estaba esperando a que él bajase.

-            ¿Te lo has follado, a ese cabrón?

-            Con la verga, con el puño y con la pistola.

Peter ríe.

-            ¿Le has disparado por el culo?

-            No, a este no.

-            Seguro que me has dejado la habitación como un estercolero.

-            Te voy a sacar el fiambre, ¿qué más quieres?

Peter sonríe.

-            Ya que te he avisado de este tío, al menos podrías darme las gracias … de alguna forma.

Ken sonríe.

-            De acuerdo. Voy a dar de comer a los pajaritos, luego vuelvo y te doy las gracias …

Peter gruñe, satisfecho. Le estará doliendo el culo durante tres días, pero con Ken merece siempre la pena.

 Ken sale al corral. Mira al cadáver en el polvo. Piensa que el tipo se acababa de lavar, pero ahora, entre la sangre, la orina y el polvo, necesitaría otro baño. Entra en el establo, coge el caballo del muerto y, con un poco de esfuerzo, le carga encima el cadáver. Todo este movimiento lo ha hecho sudar como un cerdo. Maldice.

 Ken toma al caballo por las bridas, monta en el suyo y se pone en marcha, dirigiéndose hacia las colinas que rodean la ciudad. Cuando se ha alejado de las casas, vuelca el cuerpo del muerto a tierra. No es el primer cadáver que deja allí: los buitres tendrán un buen desayuno, mañana.

 Ken está satisfecho. Le gusta matar, le gusta dejar un cadáver a los buitres. Ahora lo espera Peter: otra buena follada. Y luego se quedará a dormir en la cama de Peter, hasta el mediodía.

 

 

 

Autor original italiano: Ferdinando

Traducción castellana-española: Carlos Hidalgo

 

 

 

 

 

 

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